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Para los stockpickers, la IA ya es copiloto y competidor

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Lo más probable es que la inteligencia artificial ya pueda hacer al menos parte de su trabajo. ¿Pero cuánto? El debate sobre la IA en el lugar de trabajo se centra en si la tecnología aumentará o eliminará con los humanos. Pero la intuición, el juicio, un regalo para leer a las personas: estas son algunas de las habilidades más difíciles de imitar.

Piense, por ejemplo, sobre la investigación de capital. Los analistas de Bernstein asumieron el riesgo potencialmente de la carrera de entregar tareas de investigación típicas a un conjunto integral de modelos de IA, incluidos ChatGPT, Grok, Gemini y Perlexity. Los modelos resultan ser realmente bastante buenos para sintetizar información. Cuando se alimentan las transcripciones de llamadas de ganancias históricas, por ejemplo, identificaron las importantes preocupaciones de los inversores y pudieron evaluar cómo la gerencia había proporcionado respuestas.

Lo que les falta, por otro lado, es la profundidad, la capacidad de poner los eventos en un contexto histórico y juzgar las perspectivas de la empresa. Eso deja a la IA, por ahora, como copiloto en lugar de competidor, capaz de hacer un trabajo gruñido, mientras que los humanos convierten los resultados en ideas procesables.

Eso encaja con el Spiel escuchado de ejecutivos corporativos en múltiples industrias, que afirman que la IA aumentará la productividad en lugar de obviar la necesidad de las personas.

En la investigación de capital, suena fiel a un punto. Los departamentos de investigación deberían poder cubrir más empresas y cubrirlas mejor. Las pequeñas y medianas empresas sufren una escasez de atención de los analistas, que se volvieron más pronunciadas después de las reglas europeas que prohíben a los corredores agrupar la investigación y el comercio. Eso se cree que contribuye al descuento amplio de las pequeñas y medias empresas del Reino Unido a la gran capitalización FTSE 100.

Los analistas no deben ponerse demasiado cómodos. Muchos inversores profesionales dicen que valoran la investigación del lado de la venta no por sus recomendaciones y conclusiones, sino por su análisis y datos, en otras palabras, el tipo de contenido que la IA parece manejar bastante bien. Cuando se trata de lo que realmente genera inversión “alfa”, los inversores ya afirman confiar en su propio juicio.

Para aquellos que temen el reemplazo eventual, vale la pena dominar lo que la IA no puede hacer. En el mundo de la investigación, los humanos aún pueden estar mejor ubicados para interpretar pistas suaves sobre cómo está haciendo una empresa, por ejemplo, sacar conclusiones del tono y el lenguaje corporal de los ejecutivos durante los encuentros cara a cara, o incluso su disposición a tomar reuniones de inversores.

Dicha información tiene sus inconvenientes. El principal de ellos es que no está disponible para el grupo más amplio de inversores. Además, AI avanza rápidamente: en algún momento, avatares con IA capaces de detectar señales no verbales pueden ser los que asisten a reuniones de la compañía. Pero mientras los CEO sean humanos, es una apuesta segura que algunos analistas también lo serán.

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