La telemedicina ha cambiado la forma en que la gente piensa sobre la atención médica. Un paciente en Ohio ahora puede conocer a un especialista en Nueva York a través de la pantalla de una computadora portátil. Un terapeuta en California puede tratar a un cliente en Texas sin que ninguno de los dos salga de casa.
Lo que antes parecía futurista ahora es parte de la vida cotidiana. Pero detrás de cada cita por video hay una lista cada vez mayor de leyes que pueden decidir si una empresa tiene éxito o fracasa.
Para Steven Okoye, abogado corporativo y de atención médica en Nueva York, este es el mayor desafío de la medicina moderna.
“La tecnología avanza más rápido que la ley”, afirma Okoye. “Todo el mundo quiere innovar, pero nadie quiere correr el riesgo de romper reglas obsoletas”.
El problema de las fronteras estatales
Uno de los mayores problemas en telemedicina es la concesión de licencias entre estados. En los Estados Unidos, las licencias médicas las emiten los estados individuales. Un médico con licencia en Nueva York no puede tratar legalmente a un paciente en Illinois a menos que también tenga una licencia de Illinois.
En teoría, esto protege a los pacientes manteniendo la supervisión local. En la práctica, crea un laberinto para las empresas de atención médica que desean ofrecer servicios en todo el país.
Okoye explica que este sistema puede ralentizar incluso las plataformas más avanzadas. “Una empresa de salud digital puede tener el mejor software del mundo”, afirma, “pero si no gestiona correctamente las licencias, no podrá escalar”.
Algunos estados se han sumado a pactos de concesión de licencias para facilitar el proceso, pero otros no. Eso deja a las empresas haciendo malabarismos con docenas de renovaciones y diferentes reglas que pueden cambiar en cualquier momento.
El debate sobre la prescripción remota
La telemedicina también plantea nuevas preguntas sobre la prescripción remota. Durante la pandemia, a los médicos se les permitió recetar ciertos medicamentos después de una visita virtual. Esa flexibilidad hizo que el tratamiento de la salud mental y las adicciones fuera más accesible.
Ahora que esas reglas de emergencia están expirando, muchos proveedores no están seguros de lo que vendrá después.
“Los médicos suponen que ver a un paciente frente a la cámara es suficiente”, dice Okoye, “pero las reglas son diferentes en cada estado. Algunos requieren exámenes en persona para ciertos medicamentos, mientras que otros permiten seguimientos de telesalud solo bajo condiciones estrictas”.
Si una empresa no sigue los pasos correctos puede enfrentarse a graves sanciones. Okoye anima a sus clientes a mantener sus sistemas simples y transparentes. “Si no puede explicar claramente su proceso de prescripción, probablemente no cumpla con las normas”, afirma.
Privacidad en un mundo conectado
La telemedicina hace más que conectar a las personas a través del vídeo. Las aplicaciones ahora rastrean la frecuencia cardíaca, monitorean los niveles de glucosa y analizan los datos del sueño. La inteligencia artificial está ayudando a los médicos a tomar decisiones más rápidas.
Ese tipo de tecnología salva vidas pero también crea nuevas preocupaciones legales. Los datos de los pacientes se mueven entre dispositivos, servidores en la nube y proveedores externos. Muchos de esos sistemas no están cubiertos por las leyes de privacidad tradicionales.
Okoye advierte que esto puede poner en riesgo a las empresas. “La privacidad solía significar guardar bajo llave un expediente médico”, dice. “Ahora significa proteger la información en todas las herramientas digitales que utilice”.
Aconseja a los clientes que hagan de la privacidad parte de su proceso de diseño, no una ocurrencia tardía. Según él, construir sistemas seguros desde el principio es la única manera de adelantarse a los reguladores.
Generar confianza en la atención virtual
A pesar de la complejidad, Steven Okoye cree que la salud digital puede prosperar si la industria se centra en una cosa: la confianza.
“Los pacientes deben confiar en que sus datos están seguros”, afirma. “Los médicos deben confiar en que sus licencias son válidas en todos los lugares donde ejercen. Los reguladores deben confiar en que la atención virtual puede ampliar el acceso sin reducir la calidad”.
Cuando esa confianza se rompe, la telemedicina se vuelve más difícil para todos. Pero cuando se mantiene, el sistema funciona mejor de lo que nadie imaginaba.
¿Qué viene después?
El futuro de la salud digital dependerá de qué tan bien puedan funcionar juntas la tecnología y la regulación. Algunos estados están creando leyes flexibles de telesalud. Otros todavía se están poniendo al día.
Steven Okoye espera que la próxima fase de reforma traiga equilibrio. “El objetivo no es dificultar la atención virtual”, afirma. “Es para hacerlo más seguro y más consistente”.
Cree que la clave es la colaboración entre abogados, médicos y empresas de tecnología. Al compartir la responsabilidad, pueden construir un sistema que proteja a los pacientes sin frenar la innovación.
“El futuro de la medicina”, dice Okoye, “lo escribirán personas que puedan hacer que la ley sea tan adaptable como la tecnología”.
















