Un cometa del tamaño de Manhattan acaba de ingresar al sistema solar, y Stephen Hawking estaría aterrorizado

Un visitante del vacío
El 1 de julio, los astrónomos vieron algo imposiblemente rápido y distante: un cometa aproximadamente del tamaño de Manhattan, ahora oficialmente llamado 3i/atlas, ingresando a nuestro sistema solar en una trayectoria hiperbólica. Es solo el tercer objeto interestelar confirmado jamás detectado, después de ‘Oumuamua en 2017 y Comet Borisov en 2019.
Este se mueve a diferencia de todo lo que estamos acostumbrados. Viajando a entre 130,000 y 210,000 millas por hora, no está vinculado a nuestro sol. Se balanceará más allá de Venus, Marte y Júpiter antes de volver al espacio interestelar. Su apariencia ha reavivado un temor que Stephen Hawking intentó advertirnos.
La voz de Hawking resuena en la oscuridad
Antes de su muerte en 2018, Stephen Hawking nos dejó con un Consejo escalofriante citado durante un canal de descubrimiento especial:
Si los extraterrestres nos visitan, el resultado sería como cuando Columbus aterrizó en Estados Unidos, lo que no resultó bien para los nativos americanos.
Hawking expresó un profundo escepticismo hacia los intentos de la humanidad de contactar a la vida extraterrestre, argumentando que esos esfuerzos podrían hacernos vulnerables a las civilizaciones mucho más avanzadas y posiblemente depredadores. Él cuestionó profundamente si estaríamos preparados para lo que podría responder.
Con 3i/Atlas llegando sin previo aviso de las estrellas, esa advertencia se siente inquietantemente presciente.
La hipótesis alienígena: el experimento mental de Loeb
Una de las voces más ruidosas que pregunta “¿Qué pasaría si” es Astrofísico de Harvard Avi Loeb. En una preimpresión reciente, Loeb sugirió que 3i/atlas podría ser más que solo escombros espaciales. Insinuó que en realidad podría ser tecnología alienígena. Destaca su velocidad extrema, su trayectoria curva a través del sistema solar y la forma en que pasa cerca de múltiples planetas como posibles indicadores de inteligencia en el trabajo. Loeb no ofrece ninguna prueba concreta, solo un empujón teórico que no debemos descartar la posibilidad.
Loeb ganó una atención similar en 2017 con ‘Oumuamua, que también especuló que podría ser una sonda interestelar. Su intención no es sembrar miedo. Como a menudo dice, se trata de humildad científica. Aún así, cuando alguien con las credenciales de Loeb susurra “misión de reconocimiento”, la gente escucha.
La NASA no está preocupada, pero ¿deberíamos estarlo?
La mayoría de los científicos no están de acuerdo con la interpretación de Loeb. La NASA y la Agencia Espacial Europea clasifican 3i/Atlas como un cometa interestelar natural, señalando que exhibe un comportamiento clásico: un débil coma, un rastro de polvo y ninguna evidencia de estructura artificial o maniobra. Su postura es clara: es probable que sea una bola de nieve cósmica, no una nave espacial.
En otras palabras: probablemente sea solo un cometa. Por otra parte, “probablemente” no es lo mismo que “definitivamente”.
Esa pequeña astilla de incertidumbre, mezclada con el origen interestelar del cometa y la velocidad vertiginosa, es suficiente para conjurar la ansiedad existencial. Después de todo, el Cosmos tiene una forma de recordarnos cuán pequeños somos realmente.
Ya sea que 3i/atlas sea hielo, roca o reconocimiento, su presencia es una prueba de que nuestro sistema solar no está sellado del universo. Los visitantes se deslizan de vez en cuando. Y 3i/Atlas llegó poco después de que perdimos a un científico lo suficientemente valiente como para expresar nuestros miedos más profundos.
Stephen Hawking nos dijo hace mucho tiempo que pisemos ligeramente. Ahora, algo está pisando. Puede desaparecer en silencio, pero la pregunta que trae no: ¿Y si tuviera razón?