En los días en que nos sentimos vacíos, necesitamos acudir a Dios más que nunca. Esta es la oración que hacemos cuando nos sentimos tan vacíos.
Dios mío, hoy no me queda nada. Me siento agotado, agotado y débil. No veo una salida al sufrimiento que estoy experimentando. Solía confiar solo en mí mismo, pero ahora admito mi debilidad y recurro a ti.
Les pido que se encuentren conmigo en este punto de necesidad. Dame tu fuerza divina hoy: fuerza para afrontar el día siguiente, fuerza para afrontarme a mí mismo y fuerza para seguir adelante cuando sienta que no puedo dar un paso más. Por favor mantén mi corazón abierto para que pueda recibir tu fuerza en lugar de intentar generar la mía propia. Gracias por comprender mis limitaciones humanas y por tu compasión hacia mi debilidad. Confío en que renovarás mi espíritu y que este momento marque el comienzo de una nueva forma de ser, una forma que depende de tus fuerzas, no de las mías.
Amén.












