Japón se convirtió en un estado aislacionista a mediados del siglo XVII después de una rebelión cristiana encabezada por Portugal contra el shogunato. Los holandeses pudieron eludir esta prohibición dos años después jurando no difundir la religión e incluso arrojando la Biblia al mar. Sin embargo, sólo se les permitió poner un pie en una pequeña isla artificial en Nagasaki llamada Dejima.
Durante décadas, esta isla fue el único lugar donde se daba la bienvenida a los extranjeros, con algunas pequeñas excepciones, como la caravana anual a Edo para ver al shogun. La isla perdió su función a mediados del siglo XIX, cuando los estadounidenses obligaron al país a abrirse al comercio, y rápidamente decayó. Sin embargo, no se ha olvidado su importancia histórica.
En 1922 fue clasificado como lugar histórico, pero las operaciones de restauración no comenzaron hasta 25 años después. En los 50 años siguientes, gran parte de la isla ha sido reconstruida con más de 20 edificios diseñados para parecerse a las estructuras originales por dentro y por fuera.
Aquí el visitante puede encontrar ejemplos y reconstrucciones de antiguos equipos de medición y viviendas y experimentar cómo era la vida en el período Edo.
Sin embargo, la construcción aún no está completa y hay planes para separar completamente la isla de las tierras recientemente recuperadas al norte.














