Cuando era residente, el cirujano traumatólogo era la persona a quien acudir para cualquier cosa complicada. Parecen capaces de hacerlo todo y hacerlo bien. Esto es lo que me atrajo del campo. Había una confianza, una decisión y un alcance que hacían que la cirugía de trauma pareciera el pináculo del dominio quirúrgico.

Durante la mayor parte de mi carrera, he trabajado como cirujano de traumatología y cuidados críticos, desde atareados centros académicos de traumatología de Nivel I hasta hospitales comunitarios clasificados como ACS Nivel II o III. Ha sido un viaje lleno de propósitos y desafíos. He tenido la suerte de contar con mentores que realmente me han impulsado a tener una práctica de cirugía general sólida y amplia a lo largo de los años, especialmente porque he sido testigo de una transición constante e innegable de la cirugía de trauma a un servicio no quirúrgico. Una especialidad que alguna vez se centró en operaciones de alto riesgo y rescates dramáticos se ha vuelto cada vez más difícil de manejar, más sobre sistemas y apoyo que sobre bisturíes.

Este desarrollo se volvió especialmente real para mí durante una interacción reciente con un paciente durante las rondas de traumatología. Después de revisar el plan del día con un paciente, este me miró (tranquilo, alerta, pegado a los monitores) y me preguntó: “¿Qué estás haciendo exactamente por mí?” Fue una pregunta simple y honesta. Y no tuve una buena respuesta.

Un momento que me hizo parar y pensar.

Su pregunta me sorprendió. Mi día estaba ocupado: escribiendo notas, solicitando imágenes, consultando con otras especialidades y atendiendo a los pacientes de la UCI. Sin embargo, cuando llegó el momento de explicar mi papel en su cuidado, tuve dificultades.

La respuesta honesta (aunque no lo dije) podría haber sido algo como: “Revisé su historial de admisión y examen médico, le di órdenes, la ortopedia está tratando sus lesiones y redactaré sus documentos de alta”. Por supuesto, es más que eso. Coordinamos la atención. Espere complicaciones. Estamos constantemente monitoreando y reevaluando. Pero ese momento me obligó a enfrentar una verdad más profunda: el trabajo que hacemos hoy como cirujanos de trauma a menudo carece de la claridad, la claridad y la decisión que alguna vez definieron la especialidad.

No fue sólo un intercambio incómodo. Fue un momento de claridad, una comprensión de que la identidad tradicional de la cirugía traumatológica se estaba volviendo más difícil de definir y aún más difícil de explicar a los pacientes que atendemos.

Especialización en fase de transición

La cirugía de traumatismo alguna vez evocó una imagen muy específica: un cirujano entrando corriendo a la sala de emergencias, frotándose para realizar una laparotomía de emergencia, controlando el sangrado, cosiendo vasos sanguíneos rotos y salvando vidas bajo presión extrema. Este tipo de intenso trabajo práctico fue la regla más que la excepción. Pero este mundo está cambiando y rápidamente.

El tratamiento no quirúrgico es la nueva norma

Una de las transformaciones más profundas ha sido la llegada del tratamiento no quirúrgico. Las lesiones que solían requerir cirugía urgente (p. ej., lesión aguda del hígado o del bazo) ahora a menudo se tratan con observación, transfusión de sangre y radiología intervencionista. El bisturí se sustituye por catéter y tomografía computarizada.

Esto es bueno para los pacientes. Los resultados han mejorado. Pero esto significa que muchas veces los cirujanos traumatólogos no son quienes realizan la intervención final. Nos convertimos en gestores y coordinadores en lugar de hacedores.

Ampliar equipos y roles fragmentados

La atención traumatológica moderna es multidisciplinaria por diseño. La medicina de emergencia, la ortopedia, la neurocirugía, la radiología intervencionista y los cuidados intensivos desempeñan funciones importantes en el tratamiento del trauma. Esta colaboración es una fortaleza, pero también significa que el cirujano traumatólogo ya no es el líder indiscutible del departamento de traumatología.

En lugar de eso, actuamos como mediocampistas o controladores de tráfico aéreo, asegurándonos de que todos estén alineados. Es un trabajo crucial, pero menos visible y difícil de cuantificar.

Cambios demográficos y patrones de infección cambiantes

La población traumatizada también ha cambiado. Ya no está dominado por pacientes jóvenes y sanos en accidentes de alta velocidad. Hoy en día, vemos más pacientes de edad avanzada con múltiples comorbilidades y lesiones de baja velocidad, como caídas al nivel del suelo.

El tratamiento de estos pacientes requiere precisión, moderación y, a menudo, atención conservadora. Es una buena medicina, pero no siempre se siente como una “cirugía de trauma” en el sentido tradicional.

La realidad diaria del traumatólogo moderno

Durante un día típico de servicio, reviso los laboratorios, ajusto la configuración del ventilador, coordino con los consultores, hago seguimiento de las imágenes y me aseguro de que se sigan los protocolos. Manejo la sepsis, mejoro la nutrición y hablo con las familias sobre los objetivos de la atención.

Todas estas son responsabilidades vitales. Pero también está muy lejos de los procedimientos prácticos llenos de adrenalina que alguna vez definieron la cirugía de trauma en la imaginación popular.

Entonces, cuando un paciente pregunta: “¿Qué estás haciendo exactamente por mí?” Es difícil no sentir el peso de esta pregunta.

El cambio de identidad y sus consecuencias

Este cambio de identidad tiene implicaciones reales: en la formación, en la satisfacción laboral y en el futuro de la especialidad.

La fatiga es común en la cirugía de trauma. Las horas son largas, el ritmo implacable y la carga emocional de cuidar a pacientes gravemente heridos es enorme. Pero cuando el elemento operativo del trabajo también disminuye, se añade una capa de incertidumbre profesional.

En algunos centros, se ha sugerido como respuesta la “cirugía general de emergencia” (EGS) o la “cirugía de cuidados intensivos”, una forma de mantener las habilidades quirúrgicas y la identidad quirúrgica. Pero en la práctica, la escala y la complejidad de las cuestiones relativas a los bienes y servicios ambientales pueden variar mucho. Una vez me entrevisté en un centro de traumatología de nivel II donde cinco cirujanos traumatólogos participaron en sólo 100 casos quirúrgicos en el transcurso de un año entero. Tampoco estaban realizando procedimientos electivos complicados, en su mayoría intervenciones simples.

Cuando el aspecto práctico y técnico de la cirugía disminuye, el trabajo puede parecer una coordinación administrativa (necesaria, pero no la razón por la que la mayoría de nosotros elegimos este camino).

¿Se considera la cirugía traumatológica un campo de muerte? O simplemente uno en transición

No creo que la cirugía de trauma esté muriendo. Creo que está evolucionando y nosotros, como cirujanos, tenemos que evolucionar con ello. Los cirujanos traumatólogos de hoy no son sólo técnicos cualificados. Somos pensadores sistémicos. Gestionamos la complejidad. Lideramos la diferencia. Abordamos los cuidados críticos, los determinantes sociales de la salud, la ética, las limitaciones de recursos y la planificación del alta, a menudo todo en un solo turno.

Salvamos vidas, sí, pero también mejoramos la calidad de vida. Prevenimos complicaciones. Apoyamos a las familias. Guiamos a los pacientes a través de algunos de los momentos más vulnerables de sus vidas. Puede que esto no siempre implique intervenciones radicales, pero es un trabajo profundamente significativo.

Sin embargo, este desarrollo plantea preguntas importantes:

  • ¿Cómo mantenemos la eficiencia operativa en un campo cada vez más no quirúrgico?
  • ¿Cómo mantenemos la cirugía traumatológica atractiva para los alumnos?
  • ¿Cómo definimos claramente nuestro valor y lo comunicamos a pacientes y colegas?

No tengo respuestas fáciles a estas preguntas. Pero creo que el futuro de la cirugía traumatológica depende de que la afrontemos con honestidad y nos adaptemos al objetivo.

Punto de inflexión personal

Finalmente me di cuenta de que este tipo de trabajo no era para mí y el nivel de frustración se volvió insostenible. Mientras escribo esto, sólo me queda una llamada para sorprenderme antes de alejarme de este campo para siempre. He tenido la suerte de desarrollar una práctica optativa sólida junto con mis responsabilidades en materia de trauma, y ​​este será mi enfoque en el futuro.

Dejar la cirugía de trauma no se siente como un abandono; Se siente como una transición natural. He dedicado años a este trabajo y estoy orgulloso de lo que he aportado. Pero también es hora de pasar al siguiente capítulo, uno que ofrece mayor equilibrio, satisfacción de la práctica, coherencia y un tipo diferente de satisfacción.

Sin embargo, siempre llevaré las lecciones y la perspectiva que me dio la cirugía de trauma: humildad ante la imprevisibilidad, respeto por la fragilidad de la vida y la importancia de pensar con claridad y decisión bajo presión.

Honra el pasado, abraza el futuro.

Es posible que la cirugía de traumatismo no parezca como hace décadas. Es posible que hayan quedado atrás los días en que se corría del quirófano a la UCI y a la sala de emergencias, con las manos ensangrentadas y dando órdenes a gritos. Pero esto no significa que la especialización haya perdido importancia, sino que su papel está cambiando.

El cambio no siempre es malo. Deberíamos aprovechar la oportunidad para redefinir lo que significa ser un cirujano traumatólogo (no como un héroe solitario, sino como un líder en atención coordinada, compasiva y de alto riesgo). Los desafíos que tenemos por delante son reales, pero también lo son las oportunidades de innovación, colaboración y educación de la próxima generación.

Para aquellos que todavía están en las trincheras: su trabajo importa, incluso si es difícil de ver.

Para aquellos que recién comienzan su viaje: sus habilidades se desarrollarán, al igual que su campo. Sea flexible, tenga curiosidad y comprométase.

Y al paciente que preguntó: “¿Qué estás haciendo exactamente por mí?”: Gracias. Me ayudaste a comprenderme a mí mismo y a este campo más profundamente de lo que esperaba.

Farshad Farnejad Es cirujano general y de cuidados críticos.


el próximo



Fuente