Dios no lo tomó para lastimarte, sino para mostrarte quién eres realmente.

Poeta y Autor Rebeca Simón Sobre cómo la pérdida es la puerta de entrada al descubrimiento.
Tendemos a aferrarnos profundamente a lo que nos hizo sentir valiosos en nuestras vidas. A títulos, relaciones, planes que se desarrollaron exactamente como los imaginamos, hasta que no lo hicieron. Cuando esas cosas que sentíamos que tenían sus raíces se nos escapan de las manos, a menudo albergamos la tranquila creencia de que su ausencia nos disminuye, nos desarraiga. Que lo que perdimos de algún modo nos hizo menos. Lo que éramos en esa temporada es más completo de lo que nos hemos convertido.
Pero Dios no mide tu valor por lo que queda. Él no te ve a través del lente de lo que queda.
Lo que perdiste fue real y fue importante, pero nunca tuvo la intención de definirte. No te construyen roles que ya no se ajustan a tu alma, personas que ya no están a tu lado o sueños que ya no se alinean con tu visión. Estás definido por Dios que nunca cambia. Es Dios quien sabía quién eras antes de que lograras una sola cosa. Con un Dios que permanece, incluso cuando el resto de tu mundo desaparece.

A los ojos de Dios, la pérdida no es el fin de tu ser, sino el comienzo de tu verdadera transformación. Cuando se permite que algo sea removido de vuestra atmósfera, no significa heriros, sino revelar lo que hay eterno dentro de vosotros. Su objetivo es revelar la identidad que siempre debiste tener, la historia que continúa desarrollándose, la fuerza y la belleza ligadas no a lo que logras o conservas, sino a en quién te has convertido en el amor.

No eres lo que perdiste. Eres lo que Dios sigue cuidando en el suelo de esa entrega. La belleza que tienes ante ti no es una versión diluida de tu vida, sino más bien la revelación de un devenir más profundo. No depende de lo que queda, sino que tiene sus raíces en lo que permanece eterno.
la oración
Dios, ayúdame a dejar de creer que de alguna manera soy menos por lo que he perdido. Enséñame a ver mi identidad a través de tus ojos, no a través de la lente del pasado. Recuérdame que nada que realmente signifique para mí me definirá más que lo que tu amor ya sabe. Dame el coraje para seguir adelante con las manos abiertas y el corazón abierto.