Durante un tiempo, el minimalismo dominó por completo el panorama del diseño. A mediados de la década de 2010, las marcas de casi todos los sectores —desde la automoción hasta la moda y la tecnología— optaron por logotipos planos y tipografías sin serifas. Sin embargo, esa sobriedad visual dio paso a una etapa marcada por el maximalismo, con su derroche sensorial de formas llamativas y colores intensos. Pero tras este breve reinado del exceso, una nueva corriente ha comenzado a imponerse: el minimalismo audaz, también conocido como minimalismo maximalista o incluso minimalismo con esteroides.
Esta tendencia de 2025 se sitúa en un punto intermedio entre la sobriedad y el impacto visual. El concepto es claro: diseños limpios, organizados y con mucho espacio en blanco, que incorporan elementos destacados como tipografías extragrandes y colores vibrantes. Es una fusión que respeta la claridad del minimalismo clásico, pero que no teme hacerse notar.
En diciembre pasado, Andy Harris, codirector de diseño en M&C Saatchi UK, explicó este fenómeno al medio especializado Creative Bloq. “Es simplicidad y claridad combinadas con tipografía impactante y paletas cromáticas fuertes; es como un minimalismo alucinógeno”, comentó. Según Harris, la renovación de marca de Burger King a comienzos del año es un gran ejemplo de esta tendencia: una estética gráfica sencilla, pero que sobresale por su uso atrevido de tipografía y color. También destacó la campaña de Nike Winning isn’t for everyone, lanzada en agosto, como otro referente clave de este estilo que ha llegado para quedarse.
Patrick Llewellyn también aportó su visión en 2025, describiendo esta estética como “la nueva era del minimalismo: sigue siendo simple, pero está lejos de ser aburrida”. Aunque hace uso de recursos típicos del maximalismo —como colores llamativos y tipografías pesadas—, este estilo conserva las bases del diseño limpio: líneas definidas, estructuras sin desorden y un inteligente uso del espacio negativo.
En resumen, se trata de propuestas visuales sobrias, pero con elementos individuales que capturan la atención al instante. Un ejemplo claro que se volvió viral el año pasado fue la portada del álbum brat de Charli XCX. A simple vista, parecía un diseño minimalista: texto en minúsculas con una tipografía sencilla sobre un fondo de un solo color. Pero ese verde lima eléctrico transformó lo simple en icónico, generando múltiples imitaciones.
Mientras marcas como Burberry y la propia Burger King recuperan logotipos antiguos, asistimos también al renacimiento del branding con herencia, una respuesta que parece ir en contra del minimalismo puro. No obstante, al igual que ha vuelto discretamente el skeumorfismo —esa técnica que simula texturas y materiales reales—, el minimalismo también reclama su lugar, esta vez compartiendo escena con los excesos del maximalismo.