Hay un extraño sentimiento de soledad al querer a alguien que se niega a decir quiénes son juntos. No es del todo desamor, ni del todo compañerismo, algo suspendido en el medio, como contener la respiración.
Estás lo suficientemente cerca como para sentirte elegido, pero no te sientes lo suficientemente seguro como para respirar. Lo suficientemente cerca como para ser optimista, pero no lo suficientemente estable como para saber cuál es su posición.
Comienza de manera casual, como siempre sucede con estas cosas. Sólo dos personas que encuentran una inexplicable facilidad entre sí. Dígase a sí mismo que está de acuerdo con eso. Le encanta la suavidad de los comienzos y la ligereza de algo nuevo. Así es la vida moderna; después de todo, todo el mundo quiere mantener las cosas abiertas, fluidas e indefinidas. Y tú crees que tú también puedes.
Hasta que no puedas.
Porque en algún momento lo que sientes deja de ser inusual. Notas las pequeñas cosas: cómo esperas sus mensajes, cómo tus noches se vuelven más alegres cuando te llaman, cómo su voz se ha convertido en parte del ritmo de tu día.
Te das cuenta de que has reconocido sus estados de ánimo, sus pausas, su forma de hablar cuando están cansados o distraídos. Aprendes el lenguaje especial que sólo dos personas que construyen algo, sea lo que sea, pueden entender.
Sin embargo, cuando alguien te pregunta quiénes son para ti, te congelas. No tienes una respuesta. No puedes decirlo en voz alta.
Hay un dolor especial que viene con este silencio.
quiero decir son importantes para miPero no sabes si esto es cierto para ambos. quiero decir Estamos construyendo algopero no sabes si eres el único que construye. Quiere que se sepa que le importa, pero sabe que preocuparse es peligroso cuando la otra persona no está en el mismo lugar que usted.
Entonces te ríes de él.
Cambié de tema.
Estás ocultando lo que es real.
Porque la verdad es que te enamoraste de alguien que no le llama amor.
Te dices a ti mismo que estás de acuerdo con esto, que los titulares son superficiales y que lo que sientes es más profundo que las palabras. Te convences de que la comunicación es suficiente. Después de todo, tienes chistes internos, listas de reproducción compartidas y un silencio cómodo.
Aparecen cuando los necesitas. Te llevan cuando la vida duele. Dicen cosas como “me preocupo por ti” y “me gusta lo que tenemos”. Te miran de una manera que te hace sentir anhelo.
Pero cuando la conversación deriva hacia el futuro (hacia la definición), se retira.
No quieren etiquetas.
Lo dicen con dulzura, con dulzura. No están tratando de hacerte daño. Están tratando de proteger algo: su libertad, su paz, su miedo, sus heridas del pasado… quién sabe.
Te dicen que no están preparados. Es posible que hayan sido quemados antes. Quizás el compromiso resulte asfixiante. Tal vez no quieran hacer promesas que no puedan cumplir. Y tratas de entender.
Te dices a ti mismo que su honestidad es algo que debes respetar y que puedes tener paciencia. Te dices a ti mismo que no tener una etiqueta no cambia cómo te sientes. Pero en el fondo, una duda silenciosa comienza a vivir en tu pecho.
Porque sabes que no se puede confiar en lo que no se nombra. Los planes futuros parecen provisionales. Las presentaciones parecen incómodas. Incluso los momentos más simples (ver una película, preparar la cena) vienen con la pregunta tácita: ¿Qué hacemos? Cada pequeña intimidad comienza a parecer tiempo prestado.
Te quedaste atrapado de todos modos.
No querrás parecer exigente, pegajoso o dramático. No querrás pedir demasiado. No querrás asustarlos. Así que reduce sus necesidades hasta que sean lo suficientemente pequeñas como para poder llevarlas usted mismo.
Aceptas la incertidumbre, aunque te mantenga despierto por la noche. Aceptas lo que te dan, agradecido hasta las migajas, porque no puedes negar lo que siente tu corazón.
No es que no les importe. Lo hacen. Pero el cuidado no es una obligación. El afecto no es lo mismo que la intención.
Esa es la parte más difícil, que alguien pueda amarte tanto pero no elegirte del todo.
En última instancia, la frustración está entrelazada con el anhelo. Empiezas a ensayar las conversaciones en tu mente: cómo les pedirás que te expliquen quién eres, cómo les dirás lo que necesitas. Pero cuando estás con ellos, sientes la calidez y la visión, las palabras se desvanecen. Pierde tu coraje. Elegí el silencio porque el silencio preserva la paz.
Algunas personas te pedirán que te vayas.
Aléjate porque mereces claridad y compromiso.
No se equivocan.
Pero irse no es tan fácil como parece la lógica.
No eliges entre “ellos” y “nada”.
Estás eligiendo entre algo significativo (imperfecto, confuso, pero real) y el aterrador vacío que te hace renunciar a ello.
No es de extrañar que dudes.
Porque por un tiempo parece mejor que nada.
Pero al final resulta casi agotador.
Porque aunque ellos no quieran las etiquetas, tu corazón ya tiene una: es la de ellos.
Empiezas a darte cuenta de que has comprometido tu seguridad emocional para mantener viva la conexión. Y tal vez este sea el momento -el silencio, lo privado, lo doloroso- en que algo cambia dentro de ti.
Empiezas a comprender que el amor no tiene por qué requerir que desaparezcas.
El deseo de claridad no te hace exigente, te hace humano.
Nombrar algo no se trata de asediarlo sino de honrarlo.
Empiezas a imaginar un amor que quiere ser visto, reconocido y reclamado.
Y lentamente, a veces dolorosamente, te eliges a ti mismo.
Quizás eso signifique alejarse.
Tal vez eso signifique quedarse quieto pero aflojando el control.
Quizás eso signifique tener una conversación difícil y aceptar cualquier verdad que surja.
Aprendes que el amor no es una guía a través del misterio.
No debe sostenerse con cuidado como si fuera un cristal que se rompería bajo el peso de la definición.
El amor, en su mejor expresión, quiere ser conocido.
Te das cuenta de que las etiquetas nunca han sido una jaula. Estaban confesando.
Y la persona que te encuentre allí, y no tenga miedo de llamarte suya, tendrá ganas de exhalar después de contener la respiración durante demasiado tiempo.
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esta fue la publicacion Publicado anteriormente En Medium.com.
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Crédito de la imagen: Almos Bechtold en Unsplash
esta publicación Sentir algo por alguien que no quiere etiquetas. apareció primero en El proyecto de los hombres buenos.














