No naciste en tu familia por casualidad. No llegasteis a vuestra propia herencia, a vuestra propia historia o a vuestra propia comunidad sin motivo alguno. En algún lugar, en lo profundo de tu corazón, incluso antes de que respiraras por primera vez, algo dentro de ti dijo que sí. Sí al viaje. Sí a la obra del espíritu. Sí a ser quien no aparta la mirada del dolor, sino quien lo afrontará con gracia. El que será sanado.
Cada linaje que existe en este universo conlleva patrones: patrones emocionales, patrones espirituales, patrones generacionales. Estas son las historias que se cuentan y se vuelven a contar. Son miedos que se heredan y se transmiten. Estas son creencias que dan forma a linajes enteros, a veces sin ser cuestionadas. Esto continúa, de manera casi cíclica, hasta que aparece alguien que tiene la capacidad de sentirse perturbado por lo no dicho. Alguien que no sólo lleva el peso, sino que siente que se supone que debe cargarlo. Alguien cuya sensibilidad no es un defecto, sino una vocación.
Ser un rompe-ciclos no se trata de castigo. Se trata de un tipo sagrado de responsabilidad. Del tipo que dice: “Puede que no haya comenzado conmigo, pero podría terminar conmigo”. Se trata de comprender que el dolor heredado no es culpa nuestra, pero está ahí, y curarlo no es sólo un acto de autoconservación, es un acto de transformación espiritual. Cuando empiezas a nombrar patrones, cuando empiezas a lamentar el silencio, cuando estableces límites que nadie más tuvo el coraje de establecer, no estás siendo difícil: eres obediente. No por las personas ni por la herida en sí, sino por el llamado superior de tu vida.
Dios ha confiado en ti Hizo este trabajo porque sabía que no intentarías superarlo. Sabía que le permitirías abrirse y seguir ascendiendo. Él sabía que te lastimarías y aun así elegiste la ternura. Sabía que perderías gente y aun así elegirías la paz. No fuiste elegido para ser una persona fuerte por el simple hecho de realizar fuerza, fuiste elegido porque puedes sostener la herida y darle forma para alinearla. Puedes ver el miedo y convertirlo en libertad.
La curación es a menudo solitariaPero nunca está vacío. Tu coraje para vivir de manera diferente está reescribiendo cosas para las generaciones que te precedieron y para las generaciones que te seguirán. Tu valentía resuena a lo largo de la historia. Cada vez que perdonas algo por lo que nunca te disculparon, cada vez que mitigas lo que una vez fue castigado, cada vez que hablas de lo que una vez fue reprimido, estás haciendo un trabajo espiritual. Reparas lo que está roto siendo la persona que elige no romper a los demás. Os habéis convertido en la respuesta a las oraciones y vuestros antepasados nunca tuvieron el lenguaje de la oración.
Es posible que nunca recibas la disculpa que siempre escuchaste. Quizás aquellos que te transmitieron su dolor nunca comprendan las batallas internas que tuviste que librar para sobrevivir y simplemente para cambiar. Pero un día, alguien en el futuro (su hijo, su nieto o alguien que no comparte su nombre) vivirá una vida un poco más ligera gracias a usted. Se mantendrán en su propia definición de felicidad o paz sin siquiera saber la guerra que se libró por ello. Amarán sin miedo a que tengas que rendirte. Tendrán una seguridad que nunca antes tuviste, porque te atreviste a construirla. Te atreviste a creerlo.
Fuiste llamado a romper el ciclo porque fuiste lo suficientemente valiente como para elegir un tratamiento, incluso cuando nadie te mostró cómo hacerlo. Porque estabas dispuesto a ser diferente, incluso cuando te costaba todo lo familiar. Porque dijiste sí a la libertad, a la fe y a un futuro que ya no esté limitado por lo que vino antes.
Rebecca Simon es la editora digital de la revista. Dios y el hombre. Ella también es autora de libros. 111 Ebadí y Ve, confía en Dios..













