Hace dieciséis años, en la cumbre sobre el clima de Copenhague, los países ricos y contaminantes se comprometieron a aportar 100.000 millones de dólares cada año hasta 2020 para que los países más pobres pudieran reducir sus emisiones y adaptarse a un mundo más cálido. El año pasado, fijaron un nuevo objetivo de 300 mil millones de dólares al año para 2035.
Pero rastrear lo que realmente cuenta bajo la bandera del financiamiento climático ha sido complicado durante mucho tiempo: algunos expertos lo han calificado de “salvaje oeste” de definiciones vagas, proyectos cuestionables y contabilidad inflada.
Según un análisis ampliamente citado de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), los países ricos incumplieron su promesa inicial, pero alcanzó tardíamente el umbral objetivo en 2022, cuando comprometió 116 mil millones de dólares (£88 mil millones). Oxfam, una organización benéfica que también realiza un seguimiento de la financiación pero que es más crítica con la forma en que se cuentan los préstamos, estima que solo fracasaron. 95.300 millones de dólares (72.000 millones de libras esterlinas) ese año, y considera que el valor equivalente de la subvención es inferior a 35.000 millones de dólares (26.500 millones de libras esterlinas).
¿Cuánto de ese dinero proviene de los gobiernos y cuánto de financiación privada?
El dinero público representa más de las tres cuartas partes de la financiación que reciben los países en desarrollo para proyectos climáticos. Una parte va directamente a los destinatarios como financiación bilateral y otra parte se canaliza a través de instituciones multilaterales como el Banco Mundial.
Además de eso, los donantes –23 países desarrollados y la UE– también cuentan con un puñado de otras fuentes, como créditos a la exportación y capital privado que se moviliza como resultado de sus inversiones.
¿Quiénes son los principales destinatarios de la financiación climática?
Los datos oficiales presentados a la ONU no son lo suficientemente transparentes como para rastrear todos los flujos de dinero que los países han contabilizado como financiación climática, pero un análisis de The Guardian y Carbon Brief sugiere que alrededor de una quinta parte de la financiación pública en 2022 se destinó a las 44 naciones más pobres del mundo. El grupo incluye algunos de los países más vulnerables a la crisis climática, como Tuvalu, Chad, Madagascar, Haití, Mali, Níger, Sierra Leona, Sudán del Sur y Yemen.
Una porción mucho mayor del dinero se destinó a los países en desarrollo, un grupo más amplio que incluye países de ingresos medianos bajos como India y países de ingresos medianos altos como China. Incluso algunos petroestados, como Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos, se encuentran entre los receptores de miles de millones de dólares de financiación climática.
¿Y quiénes son los principales donantes?
Dos tercios de la financiación pública proceden de Japón, Alemania, Estados Unidos y Francia. El crecimiento de la financiación bilateral por parte de Estados Unidos en 2021 –bajo el gobierno de Joe Biden– contribuyó a alcanzar la meta en 2022. El otro factor principal fue el aumento de las inversiones privadas movilizadas por las naciones desarrolladas.
Desde entonces, Donald Trump ha cerrado la agencia USAID y amenazó las contribuciones al financiamiento climático del mayor contaminador histórico de gases de efecto invernadero del mundo. Varios otros donantes ricos también han recortado sus presupuestos de ayuda.
¿El dinero se otorga en forma de subvenciones o préstamos?
Los donantes no sólo dan dinero en forma de subvenciones. Dos tercios del financiamiento climático a los países en desarrollo se prometen en forma de préstamos. La dependencia de la deuda para financiar la acción climática ha sido criticada por presión de pilotaje a países ya vulnerables, obligándolos a gastar una mayor parte de sus presupuestos en pagar intereses. Algunos préstamos también contienen condiciones que obligan al receptor a contratar empresas del país donante.
Si se otorga como préstamo, ¿qué tipo de condiciones se le imponen?
Algunos préstamos se ofrecen en condiciones más favorables que las que un beneficiario encontraría en el mercado. Estos se conocen como préstamos concesionales y pueden ayudar a los países pobres a apoyar proyectos que de otro modo estarían fuera de su alcance –como redes de transporte público o grandes parques solares y eólicos– sin las cicatrices que pueden causar las tasas de interés regulares.
La mayoría de los préstamos concedidos en 2022 se ofrecieron en condiciones no favorables.
¿Cuál será el nuevo objetivo?
El objetivo anual de 100 mil millones de dólares, que se fijó hasta 2025, está siendo reemplazado por un nuevo objetivo para que los países desarrollados proporcionen 300 mil millones de dólares cada año para 2035.
El nuevo objetivo anual, conocido como “nuevo objetivo colectivo cuantificado”, también incluye un objetivo más amplio de movilizar 1,3 billones de dólares cada año hasta 2035.
Esta cifra se acerca más a las necesidades reales de los países en desarrollo, pero sólo 300.000 millones de dólares provendrían de los presupuestos de los países desarrollados y de instituciones como el Banco Mundial, que desembolsó la mayor parte del efectivo para el objetivo de 100.000 millones de dólares. En cambio, se supone que la mayor parte de los 1,3 billones de dólares provendrán de inversiones del sector privado.
Los analistas han expresado su preocupación de que ese financiamiento sea aún menos transparente y responsable que el financiamiento público, aunque reconocen que es poco probable que los países pobres convenzan a los ricos de desembolsar sumas tan grandes de dinero.
¿Y cuáles son los próximos pasos?
Se espera que la financiación climática vuelva a ser un punto de fricción en las negociaciones anuales sobre el clima de la ONU, conocidas como Cop.
La semana pasada, las presidencias de la policía de Azerbaiyán, el anfitrión de la cumbre del año pasadoy Brasil, que será el anfitrión de este año cumbre, publicó un informe que exploró formas de recaudar dinero a través de nuevos impuestos a los súper ricos, combustibles fósiles, transacciones financieras y actividades contaminantes. El Hoja de ruta de Bakú a Belém También destacó propuestas como el canje de la deuda pendiente por acción climática como una forma de proporcionar alivio de la deuda a los gobiernos con problemas de liquidez.
El nuevo objetivo también se ha visto como una oportunidad para restablecer la credibilidad en torno a la financiación climática y evitar ser descrito nuevamente como el “salvaje oeste”debido a la falta de transparencia y puntualidad y a inconsistencias en la presentación de informes.
The climate finance reporting team are Carmen Aguilar García, Ajit Niranjan, Josh Gabbatiss, Pamela Duncan, Bibi van der Zee

















