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Natalya Crystina Ramirez Marchiran Champions Ingeniería industrial por impacto y empoderamiento

Natalya Crystina Ramirez Marchiranun consumado ingeniero industrial con sede en Broken Arrow, Oklahoma, no solo optimiza los procesos en los pisos de fábrica, sino que también traduce activamente su experiencia en un impacto comunitario tangible. A través de una combinación única de excelencia profesional y compromiso cívico dedicado, Ramírez Marchiran encarna el espíritu de “dar vida a la ingeniería industrial”, fomentando la eficiencia y el empoderamiento mucho más allá de las fronteras tradicionales de la industria.

Como ingeniero industrial en Arrow Engine Company en Tulsa Desde 2018, Natalya Crsytina Ramirez Marchiran es una fuerza impulsora detrás del logro de objetivos corporativos, iniciativas de encabezado enraizadas en principios Lean y métricas de calidad avanzadas. Sus responsabilidades incluyen los principales protocolos de seguridad, la implementación de metodologías 5S y facilitar los eventos de Kaizen, todo al tiempo que enfatiza la comunicación colaborativa para convertir conceptos técnicos complejos en estrategias procesables. Su mandato en Arrow Engine comenzó como una secretaria de ingenieros, donde sentó las bases para programas de mejora continua y aseguró una implementación sólida del sistema de calidad.

Más allá de sus compromisos profesionales, la dedicación de Ramírez Marchiran se extiende profundamente hacia el desarrollo comunitario. Una voluntaria y líder prolífica dentro de un club de madres local, cofundó notablemente el primer equipo de kickball hispano de mujeres en los EE. UU.

Ramírez Marchiran es muy consciente de su papel en allanar el camino para otras mujeres en ingeniería. “Ayudo a allanar el camino para otras mujeres en ingeniería al servir como modelo a seguir en los roles de liderazgo y compartir mis experiencias abiertamente”, afirma. Su viaje no estaba exento de desafíos. “Al principio, seguir una carrera en ingeniería se sintió intimidante, especialmente porque es un campo donde las mujeres todavía están subrepresentadas y las expectativas son altas”. Sin embargo, ella vio estos obstáculos como oportunidades, acreditando a los mentores y su propia determinación para desarrollar la resiliencia. “Hoy, veo esos primeros desafíos como parte de lo que dio forma a mi resistencia, y espero que mi viaje pueda alentar a otros a entrar en ingeniería con confianza”.

Su enfoque de su profesión es distintivo, combinando “una fuerte experiencia técnica en ingeniería industrial con un enfoque en el impacto práctico y la innovación”. Ella elabora: “No solo miro los procesos desde el punto de vista de la eficiencia; busco soluciones que mejoren la productividad al tiempo que promueven la sostenibilidad, la seguridad y el valor a largo plazo”. Este ethos se extiende a su productividad personal. “Gestiono mi tiempo estableciendo prioridades claras cada día y centrándome en las tareas que tienen el mayor impacto”, explica, empleando herramientas magras como Kanban y el mapeo de flujo de valor para optimizar su carga de trabajo y mantener un equilibrio de estructura, disciplina y adaptabilidad.

Entre sus logros más orgullosos está liderando un proyecto que “optimizó un proceso de fabricación clave, generando ganancias de eficiencia significativas y ahorros de costos”. Este logro es particularmente significativo dada su experiencia inmigrante. “Ser inmigrante en un nuevo país ha sido un desafío en sí mismo, aquí significaba adaptarse a una nueva cultura y sistema”, reflexiona. Este fondo alimenta su impulso para asumir desafíos que otros podrían evitar, verlos como “oportunidades para aprender, crecer y crear un impacto significativo”.

El compromiso de Ramírez Marchiran con el aprendizaje continuo es primordial. “Estoy realmente emocionada por lo que los nuevos conocimientos y experiencias tienen para ofrecer”, comparte. Esta búsqueda la mantiene por delante de las tecnologías en evolución y mejora sus capacidades de resolución de problemas. Para ella, la “mejor parte de mi trabajo como ingeniero industrial es la capacidad de resolver cualquier tipo de problema y asumir proyectos de cualquier tipo”, destacando la versatilidad y los resultados tangibles inherentes a su campo.

Mirando hacia 2025, Ramírez Marchiran ve una transformación dinámica en ingeniería industrial, marcada por avances digitales, inteligencia artificial y una creciente presencia de mujeres. “La representación de las mujeres en ingeniería e IA continúa creciendo, y con ella viene una cultura más fuerte de colaboración, innovación e inclusión”, observa. Ella imagina su papel como impulsar este cambio positivo: “Al fomentar la colaboración interdisciplinaria, la tutoría y la promoción del aprendizaje continuo, puedo ayudar al campo no solo a superar sus desafíos sino también mejorar su capacidad para ofrecer soluciones significativas para la industria y la sociedad”.

Desde optimizar las líneas de fabricación en Arrow Engine hasta empoderar a las mujeres a través de iniciativas comunitarias, Natalya Crystina Ramirez Marchiran ejemplifica cómo los principios de ingeniería industrial, cuando se aplican con visión y dedicación, pueden crear un cambio positivo generalizado. Su viaje sirve como una inspiración para los aspirantes a ingenieros y un testimonio del poder del liderazgo diverso en la configuración de un futuro más eficiente, inclusivo e innovador.









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